1º de Junio de 2009
La otra campaña: promesas,
aprietes y favores en los barrios
Clarín recorrió una
zona pobre de La Matanza, territorio clave de la próxima
elección. Para reclutar votantes, ofrecen subsidios, trabajo
y renuevan documentos. Entre la asistencia y el
clientelismo.
"Ahora
están repartiendo vales por 60 pesos", dice Sara Flores,
vecina del Nicoll.
En el
barrio Nicoll, uno de los más pobres de la pobre Matanza,
apareció hace dos días un cartel escrito a mano. Está en el
frente de la casa de un puntero del peronismo. Y anuncia:
"Se tramitan DNI. Atención al Público de 17 a
20. Hay cupos para la tarjeta verde"
La oferta parece
generosa porque aquí son pocos los que tienen el DNI o que
lo tienen al día, y porque los cupos de la tarjeta verde no
son otra cosa que vales para comprar comida.
Aunque los vecinos saben que no será gratuito.
Conseguirán comida y sus documentos sólo aquellos que
participen de las actividades organizadas por los hombres
que, como el dueño de la casita, trabajan para el municipio.
No habrá DNI ni para los menores
ni para los que se saben opositores, tampoco habrá comida
para los que no participan de actos ni se muestran
comprometidos con la causa. Es la cruda realidad
de la otra campaña, alejada de los grandes anuncios y los
discursos en la tele, la campaña real para captar votos y
que acaba de llegar a barrios carenciados del conurbano con
la forma de siempre: promesas, favores, y también aprietes.
La
Matanza no es cualquier lugar. En 320 kilómetros cuadrados
viven dos millones de personas y tiene, con sus 800 mil
electores habilitados en el padrón, al 8 por ciento del
caudal de votos de la provincia, lo que supone la capacidad
de imponer hasta 4 diputados en las elecciones del 28 de
junio. Tierra históricamente dominada por el peronismo,
muestra que ya llegaron los tiempos de campaña aún mucho
antes de llegar al lejano barrio Nicoll, en la zona de
Virrey del Pino. La Ruta 3, columna vertebral del partido,
está repleta de afiches de los
candidatos del peronismo oficial (Néstor Kirchner, Daniel
Scioli, el intendente y candidato testimonial Fernando
Espinoza), y algunos menos de la
Unión-PRO con la cara seria de
Francisco De Narváez. El poder del peronismo en el
territorio se mide en carteles. En los diez kilómetros que
recorre Clarín sobre la Ruta 3, se cuentan más de cien
carteles o afiches oficialistas, poco más de diez de De
Narváez (ni rastros de su aliado Felipe Solá) y ni uno solo
de la Coalición Cívica. Pero lo más notorio son los
obradores. Tras once meses de silencio y pozos, la
municipalidad acaba de retomar las obras de repavimentación
y arreglo de banquinas. "Es lo de siempre. En la ruta ponen
asfalto y en los barrios empiezan a bajar más planes y más
comida", dice Sara Flores, habitante del barrio Nicoll desde
1997, cuando los primeros desplazados se instalaron en este
asentamiento con olor a miseria por la falta de cloacas y la
vecindad con un basural.
El verbo "bajar"
significa, en los barrios, la acción que de tanto en tanto
ejerce el poder para acercarle a los más pobres algún
subsidio o comida. Algo más que necesario en el Nicoll: con
el 95,6 por ciento de sus 10 mil habitantes en nivel de
indigencia, es ahora territorio de conquista para los
punteros políticos, en especial del peronismo, que en las
últimas elecciones logró en La Matanza nada menos que el 56
por ciento de los votos.
No por
nada es en La Matanza donde se encuentra el primer episodio
denunciado de violencia política pre-electoral. Cerca del
Nicoll, en el barrio Atalaya, el domingo pasado
la agrupación Nuevo Encuentro (del intendente de Morón,
Martín Sabbatella) debió suspender un recital de rock
con el que esperaba recaudar voluntades. Mientras preparaban
los equipos de música en una placita, los rockeros
recibieron la visita de seis señores que bajaron de dos
viejos autos. Según relata a
Clarín la concejal Sandra Oviedo, uno de los
desconocidos apoyó un revólver sobre la cabeza de uno de los
rockeros. Y le avisó:
-Esta
zona es nuestra...
En Nicoll no ha habido, todavía, exhibición
de armas ni aprietes, pero sí intimaciones.
"Si no vas a las marchas que te piden, te sacan el plan. Y
ahora que bajan más cosas, te piden más todavía", cuenta
María Marta, vecina con cuatro hijos que sonríe mientras
pasa su mate dentro de una casita de chapas y tierra.
María
Marta cuenta que la semana pasada convocaron a los vecinos a
la canchita de fútbol del barrio y que empezaron a anotar
pedidos de electrodomésticos. "Lo de siempre. Algunos piden
heladeras, televisores. ¿Si llegan? A veces sí, dijeron que
los iban a traer el 20 (de junio)". ¿Quién prometió eso? "La
gente de Galiano", dice.
Lili Galiano es la
mayor autoridad en el barrio. Fundadora del Nicoll desde el
movimiento piquetero, hoy es funcionaria del municipio.
Su agrupación tiene desde siempre un comedor para los chicos
y administra la salita sanitaria, entre otras cosas. En su
comedor, además de comida, se reparten planes sociales (de
150 pesos) que ahora se han multiplicado, junto a los vales
de comida. "Si estás con ellos te dan vales por 60 o 80
pesos", dice Sara Flores, madre de cinco hijos. "Y los
planes también aparecieron", suma María Marta.
Ahora han aparecido
otros competidores, más modestos. Ariel Martínez, candidato
aliado a De Narváez, construyó hace unos meses su propio
comedor en el barrio. El del Polo Obrero, que ya existía,
agregó desde hace una semana una copa de leche para cada
chico del barrio. "Está bien que lo hagan, pero ¿justo
ahora?", se queja Jorge Lasarte, militante de la Coalición
Cívica con voluntad pero sin estructura cierta en la zona.
"Estamos armando un local -dice Lasarte-, pero lejos del
barrio. Porque si se enteran que un vecino nos apoya, le
quitan los planes".
El
Nicoll es el micromundo de las pujas por captar votos entre
los más necesitados. Pero la avanzada pre-electoral del
peronismo se siente en toda La Matanza. A otros barrios,
como el San José Obrero o Villa Adriana, han llegado
generosos programas que anunció el Gobierno nacional hace
apenas 10 días para ayudar a sanear la cuenca del Riachuelo,
que incluye los bañados de La Matanza. Los programas auguran
un ingreso para cada contratado de entre 1.200 y 1.800 pesos
por mes durante un semestre. Se empezarán a pagar a partir
del 1° de julio, tres días después de la elección. "Dará
puestos de trabajo para 1.800 personas", dijeron en el
Municipio.
También en La Matanza está El Tambo, barrio
donde vive Luis D'Elía, ahora militante afín al peronismo
oficial. En El Tambo pelea contra D'Elía uno de sus ex
aliados, Jorge "El Mono" Núñez. Y cuenta: "Están bajando
planes a lo loco. Antes tardaban 40 días en gestionar un
subsidio y ahora los consiguen en una tarde. Y también
comida y promesas de trabajo. La gente agarra, sí, pero
porque no tiene nada. Pero esto indigna a los pobres. Los
recursos aparecen ahora pero todos sabemos que se irán en
julio. Y nosotros nos quedamos acá, enterrando muertos".
En La Matanza el índice de mortalidad
infantil desequilibra cualquier estadística. Se muere un
chico por día, por falta de alimentación o de atención
médica. El gobierno municipal viene anunciando desde hace
años la creación del hospital Materno Infantil de Ciudad
Evita. Ya lo habían lanzado el 20 de septiembre de 2007, un
mes antes de la última elección presidencial. Pasaron dos
años y el 19 de mayo pasado volvieron a darle "el puntapié
inicial" con un acto lleno de flashes y sonrisas, además de
la presencia de Daniel Scioli, el gobernador y ahora
candidato testimonial. Lo cierto es que el prometido
hospital es un baldío junto al Camino de Cintura.
"La gente está cansada de esas cosas, pero mucho no puede
hacer porque al mismo tiempo está acostumbrada y no hay
cultura del trabajo. Para muchos es mejor quedarse en la
casa y no hacer nada", dice Sara, otra vez desde el barrio
Nicoll. Es que ya lo ha visto. En las próximas semanas sus
vecinos acudirán a renovar sus documentos, porque es ahora o
nunca, y pedirán planes y vales de comida, porque hay que
seguir viviendo.
¿Qué harán en el cuarto oscuro? Eso está por verse. Aunque
no hay encuestas específicas sobre La Matanza, el intendente
Espinoza aspira a repetir la elección pasada. Los vecinos
del Nicoll votarán en la escuela del barrio, obra conseguida
gracias a los reclamos que hicieron en el año 2000, cuando
bloquearon la Ruta 3 con llantas de goma y la miseria a la
vista. Gerardo Young,
diario La Nación.